El coste de la Europa sin Gobierno Económico

| Rafael Estrella

Los Jefes de Gobierno de la Eurozona han acordado, después de varios días de incertidumbre, un nuevo rescate a Grecia por importe de 109.000 millones de Euros.

Sin duda, es una muy buena noticia, pero cabe preguntarse por los costes políticos y económicos de la inacción y las tensiones que se han vivido en los días previos a la decisión. No es la primera vez: desde el comienzo de la crisis, bien en el ámbito del Eurogrupo (zona Euro) o del Consejo (los 27) Europa ha vivido media docena de momentos como el de hoy, en que los máximos dirigentes políticos europeos se han reunido para tomar decisiones excepcionales a fin de hacer frente a los excepcionales problemas de la crisis.

Este hecho, en el que algunos tal vez quieran ver un «ejercicio de liderazgo» (en una Europa en que se echan de menos los líderes de hace dos décadas) no es sino la evidencia de las serias limitaciones de la arquitectura institucional que debiera acompañar la Unión Económica y Monetaria. Los acuerdos de hoy son una excelente noticia, pero el recurso a la reunión excepcional de los líderes, es la imagen del mal que aqueja a Europa y que siembra más dudas sobre su capacidad de responder a la crisis, en cada momento, con firmeza y unidad de acción: la ausencia de un Gobierno Económico de Europa.

Conviene aclarar,también, que ese mal europeo, bien patente ante los problemas estructurales que padecen algunas economías y que condicionan a una Unión cada vez más interdependiente, no es, desde luego, una «crisis del Euro», como gustan titular algunos medios; no lo es a menos que esa crisis sea de sobrevaloración que le resta competitividad (el Euro, que arrancó el 1 de enero de 2000 a 0,90 US$ está hoy a 1,44 US$).

En 1988, un Informe con el sugerente título de «El coste de la no Europa» planteaba las ventajas que conllevaría el completar la Unión Económica y Monetaria (incluyendo el establecimiento de una moneda común). Las previsiones de crecimiento económico, reducción de precios y creación de empleos eran impactantes, casi una invitación al federalismo.

En buena medida, esas expectativas eran correctas y los avances en el proceso de integración europea produjeron resultados muy positivos.

Pero ahora, cuando vemos a Europa navegar penosamente las agitadas aguas de la crisis, se pone de manifiesto el grave error que supuso no haber incorporado los necesarios mecanismos político-institucionales para el gobierno económico y financiero de la Unión.

Las principales razones de esa omisión son conocidas: en particular, la reticencia alemana a la puesta en común de decisiones sobre una moneda que sustituía a su poderoso y emblemático Marco y en la que su economía es claramente dominante; también, el juego de «perro del hortelano» por parte del Reino Unido: ni se incorporó al Euro, ni quería un gobierno económico de la zona Euro.

El resultado, además del escaso avance en la armonización de, por ejemplo, la fiscalidad, es que, en el caso de la zona Euro, el papel de gobierno económico de Europa, la misión de responder a las fuertes tensiones de los mercados de deuda -y de los especuladores- corresponde a una instancia que, aunque figura en los Tratados, sigue siendo un mecanismo informal…cuya debilidad institucional termina situando los problemas -habitualmente con lenta capacidad de respuesta- en la mesa de los Jefes de Gobierno, con lo que las respuestas a los vaivenes y tensiones económico-financieros acaban en muchos casos subordinándose a los tiempos políticos de los gobernantes, que han de adoptar decisiones frente al foco de su opinión pública respectiva. Los nefastos efectos de ese procedimiento de «relleno institucional» son evidentes. Si ahora es Merkel con el Eurogrupo (que ha visto desaparecer hasta su página web), habría que recordar también que el Consejo Europeo retrasó en su día sus decisiones para que éstas no dañaran las perspectivas electorales de Gordon Brown. Ello no evitó la derrota de los laboristas, pero ofreció una imagen de debilidad de Europa y acentuó, en aquel momento, los efectos de la crisis.

Aunque lo que importa hoy es el resultado, no podemos cerrar los ojos a la realidad: esa no-Europa en lo económico y financiero, carente de mecanismos de gobernanza para la decisión y respuesta ante las crisis, genera, por su debilidad, efectos casi tan devastadores o más que los ataques de las calificadores de riesgo; en la práctica, esa situación es en sí uno de los mayores factores de riesgo para la Unión Europea. En esas circunstancias, no debe sorprendernos tampoco que buena parte de los ciudadanos europeos, además de renunciar a comprender las sutilezas del entramado institucional, no sientan gran entusiasmo hacia una Unión que, además de su lentitud y falta de determinación, tampoco les resulta próxima.

3 Responses to El coste de la Europa sin Gobierno Económico

  1. Carmen says:

    Coincido plenamente con el post. La UE debería analizar qué cuota de responsabilidad tiene en el agravamiento de la crisis griega y su efecto rebote en la los países miembros como Portugal, España etc. La falta de reflejos, esa extrema lentitud y la carencia de un rumbo claro, han disparado la factura que, entre todos, tendremos que pagar. Eso sí, como suele ocurrir, unos más que otros.

  2. soldador inverter says:

    El problema de Grecia va a convertirse en un efecto dominó que no todos llegan a entrever, y pocos comprenden. No se trata de disfrutar de las bellezas y ventajas de la globalización, sino de entender que el mundo es uno en muchos aspectos, y que no va a ser tan fácil que a Grecia le vaya mal, y a los demás les vaya bien, por encima de Grecia… Veremos cómo sigue esta historia. Aguante Grecia!

    por: soldador inverter

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