Rafael Estrella

Cualquiera que sea el resultado de la final, el martes próximo, cuando comience su sesión el Congreso de los Diputados, mis antiguos colegas celebrarán el éxito de España en el Mundial, el triunfo de toda una filosofía trasladada al deporte. Es probable que alguien se anime a proponer una Declaración de la Cámara saludando el esfuerzo colectivo de quienes, más allá de lo meramente deportivo, nos han representado a todos los españoles bajo la sabia dirección de Vicente Del Bosque.

Creo que el Congreso podría hacer algo más, y no sólo como muestra de ese reconocimiento, sino como servicio a los españoles: pedir a Del Bosque que ponga letra al Himno Nacional de España.

Vicente Del Bosque ha convertido un grupo de notables y muy diferentes virtuosos del fútbol en un espléndido y armonioso conjunto coral, le ha puesto letra a la melodía del equipo de España y nos ha hecho vibrar y vivir con orgullo esa magnífica sinfonía dirigida por él. Cuando Del Bosque dice «La imagen de un seleccionador es la imagen del país que representa», está evocando, junto con la mayoría de los españoles, la del país que cree y quiere representar.

Si algo ha faltado en este Mundial ha sido precisamente poder cantar el Himno Nacional de España, uno de los pocos en el mundo que no tiene letra, ya que ninguna de las que se escribieron logró el necesario consenso, el grado de cohesión -lo digo con sana envidia- con que, por ejemplo, todos los argentinos cantan su Himno Nacional.

Será difícil que hallemos otra ocasión como la actual para poner fin a una carencia que se cubre pobremente con el «chun ta chun ta…». Por eso propongo formalmente a nuestros Diputados, mis colegas con los que he compartido tantos años en el Parlamento español, que, además de celebrar y ensalzar el éxito de nuestro equipo en el Mundial, le hagan a Del Bosque un nuevo encargo: ponerle letra al Himno Nacional de España. Pocos le negarán la autoridad moral para hacerlo.

Vicente Del Bosque ha demostrado con la Selección que lo individual adquiere su plena importancia y valía cuando está al servicio de lo colectivo, del interés general. Del Bosque, el artífice del conjunto que mejor nos representa, podría, sin dogmatismo ni sectarismo, conformar un colectivo de personas de valía, plural, diverso y cohesionado, que le ayuden en esa tarea.

Han sido muchos los años que he pasado en los escaños del Senado y del Congreso. He vivido momentos de confrontación, pero también muchos de unidad y entendimiento, que es lo que los españoles esperan, hoy más que nunca, de sus dirigentes políticos.

La fórmula es sencilla: una Proposición No de Ley, que contaría con amplio respaldo; el resultado del trabajo de la «Comisión Del Bosque» se convertiría en Ley del Parlamento. Así, en actos cívicos, institucionales o deportivos, los españoles del siglo XXI podríamos no sólo escuchar, sino acompañar con nuestra voz el himno que nos representa desde el siglo XVIII.