Cultura en tiempos de crisis (o ¡»es la Cultura y la Sociedad, estúpido»!)

| Rafael Estrella

El mundo vive una profunda crisis financiera, que tiene una indudable dimensión sicológica; no menos importante será esa dimensión para la recuperación. La crisis se ha gestado en un amoral modelo socio-cultural en que valor y precio habían llegado a confundirse, en que los futuros fijaban el precio y el valor del presente, con lo que acabaron hipotecando nuestro futuro. Las respuestas a la crisis han de venir desde la política y la economía, pero pueden ser insuficientes para generar confianza, o ver retardados sus resultados si no van acompañadas por un impulso social y cultural que dé vitalidad y cohesione a nuestras sociedades, que las movilice hacia metas de valores éticos y morales alejados de los que fueron campo de cultivo de la crisis.

Durante la crisis argentina de 2001-2002, el público llenaba los teatros:  «En el verano del corralito, aumentó muchísimo la cantidad de espectadores. Me imagino que el razonamiento de la gente es: «El dinero perdió valor, entonces lo voy a usar en algo que valga la pena», explica el argentino Javier Dualte, director de la Sala Villaroel en Barcelona.

Otras explicaciones apuntan hacia el escapismo o el deseo de no estar solos en tiempos difíciles…: «Existe en la calle un fuerte pesimismo económico, pero parece que mucha gente todavía está dispuesta a entretenerse y animarse”, se dice ante lo que ocurre en el Reino Unido, con la libra devaluada: en 2008, la recaudación de los teatros de Londres subió un 2%, y 2009 ha tenido un buen arranque. A finales de 2008, Lloyd Weber regaló entradas a los banqueros despedidos «para que olviden la crisis». También en EEUU, la crisis es vista por algunos como oportunidad para las Artes.

En Buenos Aires, la crisis de 2001 trajo un florecimiento del teatro alternativo (más barato y, con frecuencia, de gran calidad): las 70 salas off de 2001 se han duplicado, y siguen abriendo nuevas salas. Además, España se ha convertido en prolongación teatral de Buenos Aires (Sacristán-Alterio con «Dos menos« o «La omisión de la familia Coleman«, que pasó del salón de una casa chorizo en Boedo –Timbre Cuatro– a la plaza de Santa Ana). Ahora, se anuncian nuevos estrenos en la Calle Corrientes , entre ellos, un ambicioso Fantasma de la Ópera, que llegará en Marzo.

«El teatro tiene que ver con el estado de ánimo: el argentino acude al analista y es fanático de Woody Allen porque en ambos encuentra lo que busca. Y el teatro es la expresión que elige», es la visión del empresario teatral porteño Carlos Rottemberg. Debe tener razón.

No sólo el teatro muestra vitalidad en tiempos de crisis. También aumentan las ventas de libros en España y en Argentina, con un renacer, también, de las librerías de la Calle Corrientes. En Europa, por razones fácilmente comprensibles, las obras de Marx y de Keynes han experimentado un boom de ventas. 

Pero las crisis, los momentos difíciles, los conflictos, ademas de impulsar a muchos en la búsqueda de vías de escape, alimentan la creatividad y traen con ello los ingredientes para que aparezcan producciones artísticas innovadoras y de alta calidad -en general, con costes menores- que, a su vez, crean un clima favorable al optimismo y a la superación de una dimensión muy importante en los procesos de crisis: la componente sicológica.

La crisis financiera, como se esta viendo en ARCO, provoca importantes dificultades para los creadores. Pero la cultura, las artes, las ciencias, pueden beneficiarse de la crisis al verse más libres respecto de la economía. La calidad y las cualidades de una obra -y no su valor comercial- se convierten de nuevo en sus principales valores. Con ello, marcan también una dirección en las respuestas a la crisis, yendo por delante de la economía, y nos situan ante nuevos y más ambiciosos horizontes.

Lo tiene muy claro Manuel Borja, Director del Reina Sofía, con el que hablaba de estos temas hace unos días en Madrid. Borja me recordaba que el MoMA abrió sus puertas en 1929 (nueve días después del crash de Wall Street) con la ambición -que hoy es realidad- de ser «el más importante museo de arte contemporáneo». El impulso innovador y potente del MoMA acompañó, desde las artes y la cultura el proceso de recuperación económica generado por el New Deal , como la haría más tarde durante la Guerra Mundial, un papel que, tras su reapertura, también parece querer asumir en la Nueva York del 11/9, en la era post Bush.

No lo olvidemos, la guerra, que es la peor crisis, la peor catástrofe, inspiró a Picasso el Guernica, que pintó en 1937, y que sigue siendo su creación más representativa, la más profunda y conmovedora visión de los desastres de la guerra (Goya dixit).

PD. En Buenos Aires, el MALBA abrió sus puertas en 2001, el año de la gran crisis. En nuevos tiempos de crisis, hace unos meses se inauguraba otro museo, también privado, la Colección Fortabat.

2 Responses to Cultura en tiempos de crisis (o ¡»es la Cultura y la Sociedad, estúpido»!)

  1. martín says:

    Leí la entrevista que le hicieron en Página/12. Me gustaron sus respuestas y admiro la gambeta política que tiene ante preguntas difíciles. En el reportaje cuenta que lee 7 diarios, quería saber cuáles eran y comentarle que hay una página (www.diariosobrediarios.com) que le puede interesar.

    Saludos

  2. Guillermo García Suárez says:

    Me preguntaba si es un Embajador distinto por ser político o por ser Licenciado en Geografía e Historia o en Filosofía y Letras… según donde se lea, (http://www.elmundo.es/especiales/2004/03/espana/14m/historia/psoe_065.html) en tal caso, ambas carreras marcan cierta diferencia con aquellos que son Licenciados en Derecho y que suelen dedicarse en gran medida a la política…

    Sin hacer paralelismos, pensaba cuántos políticos argentinos son Licenciados en Filosofía o Historia y cuántos son Abogados… Tampoco entrar en cuántos tienen estudios universitarios…

    Si no recuerdo mal, Chacho Alvarez es Licenciado en Historia… Bueno, digamos que la idiosincrasia de nuestro bendito país, no es precisamente para Licenciados en historia y sí mucho más para abogados…

    Ahora, sí me parece que el Embajador “político” tiene una mayor sensibilidad en cuestiones «terrenales», más de «diplomacia pública», en cambio, los embajadores de carrera aparecen dentro del imaginario colectivo, más interesados en su profesión y en muchos casos olvidan el contacto con los simples mortales, en cierta forma puede ser lógico, ellos nunca son elegidos por la gente…

    + Saludos.

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