El Tea Party o cómo romper la vajilla familiar

| Rafael Estrella

En enero pasado, el Gobernador de Florida, el republicano Rick Scott, elegido en noviembre de 2010, rechazó más de 2.000 millones de US$ que el Gobierno Federal proyectaba destinar a un tren de alta velocidad entre Tampa y Orlando. Esa decisión, en perjuicio de Florida, fue su contribución al boicot republicano a un ambicioso plan ferroviario de la Administración Obama. En marzo, la Corte Suprema de Florida rechazó los recursos a esta decisión.

El mismo Gobernador Scott, que hizo su fortuna en el negocio sanitario, reduciendo prestaciones y costes de hospitales para aumentar los márgenes de beneficios, ha rehusado ahora gastar más de 19 millones de US$ de fondos federales destinados a financiar la aplicación de la Ley federal (Affordable Care Act) para prestar asistencia sanitaria a sectores desprotegidos (jubilados, niños y personas con discapacidad), una Ley a la que se opusieron los republicanos. Varios Estados -incluido Florida- han llevado a los tribunales esta Ley, pero, a diferencia de Scott en Florida, han aceptado su vigencia y los recursos que la acompañan.

Scott ha reducido un 10% el gasto en educación y, por supuesto, ha rebajado los impuestos.

Scott se ha convertido en el Gobernador más impopular de todos los Estados y en el favorito del Tea Party.

En la política de EEUU, ya nada es bipartisan. En el Congreso, el Tea Party ha llevado a los republicanos a jugar irresponsablemente al borde del abismo, al límite del default. Obama, más responsable, ha claudicado y podría pagar un alto precio político por ello.

(A Moody’s y Fitch les parece bien y mantienen la calificación AAA para la deuda de EEUU, 112% de su PIB, 140% en dos décadas. ¿Quién controla y califica a Moody’s y Fitch?.

Pero todo eso pasa en Estados Unidos, al otro lado del Atlántico, donde el sectarismo del Tea Party marca la política ultraconservadora de los republicanos.

Yo espero que España nunca se parezca a la América desquiciada del Tea Party; que, por ejemplo, las Comunidades Autónomas no hablen en serio cuando sugieren devolver competencias, que Gijón no renuncie a su Semana Negra y que Andalucía siga apoyando, gobierno quien gobierne, a la Orquesta del Diván que dirige Bahrenboim.

Pero más allá de esos ejercicios de prácticas, pequeños fuegos de artificios, espero, sobre todo, que en España, ante la gravedad de la crisis, nunca se den actitudes mezquinas, sectarias e irresponsables como la del Gobernador Scott y los extremistas que azuzan al Partido Republicano en un país joven e inmaduro que, desde luego, por suerte, no se parece en eso al país que compartimos los españoles.

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