El Consejo Empresarial para la Competitividad se ha reunido con el Rey de España. No hay que buscar segundas intenciones a este encuentro, que no es el primero, ni al que mantuvo el Rey con los dirigentes sindicales.

El Consejo, que agrupa a las principales empresas españolas, es una buena iniciativa promovida por César Alierta, con planteamientos y contenidos que van más allá de las estrategias de marca-país, con las que coinciden en los objetivos generales. El eje central de su discurso es que España afronta la grave crisis con capacidades y recursos (humanos, productivos, financieros) que permiten apostar por su capacidad de superarla.

La línea de discurso del Consejo no es un mero ejercicio retórico. Sus planteamientos se han construido con las respuestas, sustentadas en datos reales, con que han argumentado los empresarios españoles ante inversores y analistas internacionales con los que han mantenido encuentros en los últimos meses. Por eso tienen especial valor los documentos producidos por el Consejo, que se pueden encontrar en la web del Instituto de la Empresa Familar.

Leyendo las informaciones sobre el encuentro con el Rey, podemos deducir con bastante aproximación los temas tratados, pero nada nos dicen acerca lo que piensa este selecto e importante grupo de empresarios de las respuestas del Gobierno español ante la crisis.

Por supuesto, es obvio que coinciden en considerar injustificadamente elevados los costes de la financiación que soporta España; también, en la ausencia de una política financiera europea (y su autoridad correspondiente) para disuadir los ataques de los mercados. Pero, por ir a lo más próximo, ¿creen estos cualificados empresarios que la subida del IVA que acaban de aplicarnos contribuirá en algo a la recuperación de las cuentas públicas? ¿Comparten la idea del  Gobierno de que una brutal subida del IVA se traducirá en un aumento igualmente sustancial de la recaudación? o, por el contrario, ¿piensan que ese simplista cuento de la lechera traerá incluso menos ingresos en el conjunto del IVA y, sin duda, más destrucción de empleo y mayor alejamiento de la senda de la recuperación y el crecimiento? (además de causar un daño irreparable a muchas pequeñas empresas y, en particular, a las industrias culturales españolas).

Es muy posible que su silencio de los miembros del Consejo sobre estas cuestiones sea la expresión -prudente- de su escepticismo. Sería importante conocer qué piensan los empresarios agrupados en el Consejo Empresarial para la Competitividad.