Paul Bremer, Irak y las tropas espa�olas

| Rafael Estrella

bremer Paul Bremer fue el artífice/ejecutor de algunas de las más catastróficas decisiones adoptadas por EEUU durante la ocupación que siguió a la guerra de Irak:

1.- Disolvió el ejército regular iraquí dejando en la calle, con sus armas reglamentarias, a 400.000 soldados, que se añadían, en una auténtica orgía de caos, a los numerosos integrantes de las milicias paramilitares. Como se escribió entonces en un foro especializado, «en Irak es más fácil conseguir un kalashnikov que encontrar agua».

2.- Bremer cortó toda posibilidad de que los antiguos integrantes del Baath pudieran permanecer en la Administración, marginándolos así del futuro de Irak.

3.- Envuelto en la bandera de la liberalización y la privatización, puso en marcha un proceso de deconstrucción de la economía iraquí -electricidad, agua, teléfono, e incluso salud y educación-. Los efectos de este tratamiento de choque neoconservador fueron desatrosos.

Después de varios meses recorriendo EEUU y pronunciando conferencias (cobrando hasta 40.000 $), Bremer acaba de publicar «My year in Iraq», un libro en que cuenta su versión de la etapa en que fue Administrador del Irak ocupado. Su frustración se resume en una frase que habría dicho a Condoleeza Rice, entonces Consejera de Seguridad Nacional: «We’ve become the worst of all things: an ineffective occupier,».

Además de sus críticas al Pentágono -Bremer reclamaba multiplicar las tropas por más de tres, ¡hasta 500.000 soldados!-, lanza un duro ataque contra las tropas españolas en Irak.

Los partidos políticos españoles han criticado con dureza las descalificaciones de Bremer y el Embajador de EEUU en España, Eduardo Aguirre, se ha desmarcado abiertamente de las acusaciones de Bremer.

La incapacidad y falta de voluntad de Bremer para integrar a los grupos chiíes como el de Moqtada al Sadr y la decisión de ir a un enfrentamiento directo con ellos fueron, en su momento, una de las decisiones más criticadas.

Aunque Aznar lo ocultó entonces, para las fuerzas españolas, esa decisión suponía, en la práctica, el fin de la misión. En contra de lo que se ha dicho ahora desde el PP, entonces no se informó al Parlamento de las reglas de enfrentamiento del contingente español en Irak, que fueron, en su momento, objeto de controversia entre España y EEUU. Finalmente, nuestras tropas se desplegaron en lo que Trillo llamó «una tranquila región hortofrutícola» con una clara restricción que limitaba el uso de la fuerza a la legítima defensa, como explicaría más tarde el General Coll: «Nuestras reglas de enfrentamiento eran muy defensivas», añade Coll. «Los norteamericanos nos pedían cosas que no podíamos cumplir, porque nuestra misión no incluía ese tipo de acciones de carácter ofensivo».

aznar_bush Todo eso no se dijo entonces, porque se cabalgaba sobre un discurso basado en la foto de las Azores y en la pretendida imagen de una España cuyo compromiso sin reservas con la guerra de Irak le reportaba un presunto liderazgo mundial. Toda una superchería con la que, a la mentira de las armas de destrucción masiva, se le sumaba la mentira de una falsa relevancia de España, encarnada en la proyección personal de Aznar.

La realidad es que el Gobierno Aznar sabía perfectamente que, con una enorme oposición en la opinión pública, no podía implicar directamente a nuestras fuerzas en acciones particularmente arriesgadas. Nuestros barcos, contribución española a la guerra, que se definio vergonzantemente como «humanitaria», llegaron cuando ésta había terminado. Nuestras tropas, limitadas en número, llegaron con una misión puramente política: dar visibilidad al compromiso político de Aznar con la guerra y ocupación de Irak.

Desde su llegada, el contingente español en Nayaf hizo lo que había aprendido en los Balcanes, buscar el entendimiento con los dirigentes locales -chíies-, aumentando así su propia seguridad, lo que les permitía moverse por la zona sin mayores riesgos. Todo ello acabó el día en que EEUU -Bremer- decidió aparcar la misión de reconstrucción y estableció la prioridad en la captura de Muqtada al Sadr «vivo o muerto». A partir de ese momento, las fuerzas españolas quedaron prácticamente acantonadas, limitándose a patrullar en los alrededores de la base. Ahí finalizó la misión española. Pero Aznar, cobardemente, no se atrevió a decírnoslo. Si recientemente se ha hablado de «patriotas de hojalata» para definir la actitud del PP, las palabras, muy anteriores, de Felipe González «sacar pecho de lata», expresan muy adecuadamente la actitud de Aznar durante la guerra y la ocupación de Irak.

Sorprende la dureza con que Bremer critica la actitud de las fuerzas españolas, que se atuvieron a las restricciones impuestas por las reglas de enfrentamiento. Es tramposo que pretenda presentar esta actitud casi como una insubordinación, cuando él no era el comandante militar y, en este tipo de operaciones, se cede el control, pero no el mando operativo de los contingentes nacionales. Sus críticas han sido adecuadamente respondidas con unanimidad poco usual en este país, con independencia de las profundas diferencias mantenidas en torno a la implicación de España en la guerra y ocupación de Irak. Finalmente, es insólito que, como se desprende de sus palabras, Bremer pretenda hacer creer que la pérdida de toda una provincia (la ciudad de Nayaf tiene medio millón de habitantes) dependiera de la participación de un contingente de 1.300 soldados (en la práctica, bastante menos de la mitad de ésta cifra, su capacidad operativa real para una misión de esta naturaleza).

Como se explicaría después en el blog especializado The News Blog:

It is clear that the US wildly underestimated the Sadrist movement. They wanted the undermanned Spanish to take Sadr «dead or alive». Of course, when the body bags flowed back to Madrid, Bush would talk about «our brave Spanish allies». Of course, this errant stupidity helped force Zapatero’s hand and have him bring the troops home. Suicide missions in Iraq was not on their agenda. Despite the crap about the Spanish being «disappointed» about being brought home, it was clear the commanders were quite happy to be going home before they were ordered to do something stupid.

The Spanish had around 1200 men and in any showdown with the Sadrists, they were going to be outnumbered, outgunned and in deep trouble. They were not going to launch an offensive with a reenforced battalion into a city of 500,000 people and then catch the blowback. They refused the US command that they bring back Sadr «dead or alive» a phrase Cole attributes to Bush, but could be said by any of the idiots in charge. The whole idea that Spanish troops could break the uneasy truce they had with the Sadrists and Sistani’s people and start kicking ass and taking names is an American fantasy. One the Spanish opted out of.

¿Miente Bremer, le mintió a él Ana Palacio u ocultó Trillo información a Aznar?

Paul Bremer relata también en su libro cómo recibió la llamada de la ex ministra española de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, en la que aseguraba que «no sabía nada de los problemas en Najaf» y que «había hablado con el presidente (primer ministro) -José María Aznar– quien no podía creer el informe sobre el comportamiento español». Ese comportamiento se ajustaba a las reglas adoptadas por el propio Gobierno y, por tanto, éste conocía perfectamente lo que estaba sucediendo; el General Coll no actuaba unilateralmente, sino que consultaba sus decisiones con el JEMAD, que ostenta el mando operativo en estas situaciones, quien a su vez consulta con el Ministro. Surge así otra posibilidad que no cabe descartar: que Trillo, tras escuchar a sus asesores militares, no se atreviese a a informar a Aznar por temor a que el Presidente, por quedar bien con Bush, decidiera modificar las reglas de enfrentamiento que el Gobierno había aprobado. Convendría que nos lo aclararan.

Enviar tropas a una misión es una decisión que conlleva una gran responsabilidad. Por eso, como escribí aquí recientemente, es esencial no sólo que el Parlamento sea consultado y autorice estas misiones, sino que conozca con claridad aspectos como las reglas de enfrentamiento, cuya enorme importancia se ha puesto de manifiesto con las declaraciones de Bremer.

4 Responses to Paul Bremer, Irak y las tropas espa�olas

  1. Carlos says:

    Está claro que Bremer no quiere hacerse responsable de la situación actual de Irak, cuando es verdad que tiene gran parte de culpa en ella, sobre todo por la monstruosa ignorancia del país y de sus costumbres que demostró en su gestión. No se puede llegar a Irak y pretender convertirlo en Puerto Rico para después echar la culpa a todos los demás de que la idea no funcionara.

  2. Rafael Estrella says:

    Por peregrina que parezca, es una posibilidad que no se debe descartar. Trillo ejecutaba las decisiones y compromisos de Aznar, pero no estaba en el «nucleo duro» político. Es plausible que no informase a Ana Palacio de la petición americana y, como probablemente Aznar no sabe lo que son las «reglas de enfrentamiento», ¿para qué molestarle con explicaciones?.

    De no ser así, Aznar habría actuado cobardemente, aparentando no darse por enterado de que los americanos pedían alterar la decisión del Consejo de Ministros.

    El texto de The News Blog que reproduzco es bastante ilustrativo.

  3. MiguelNR says:

    Se agradece que en Estados Unidos haya voces discrepantes, aunque no nos guste lo que digan.

    Es como si Rodrigo Rato escribiera un libro sobre lo que pensaba realmente de la Guerra de Irak.

    Impensable.