Regreso de unas cortas vacaciones en España, casi todo el tiempo en el sur, entre Almería y Granada,  entrevista con Ideal inclui­da.

Me perdí la cena de Las Ideas en Madrid. Me perdí por unas horas  la nevada del siglo en Buenos Aires, que tuvo amplio eco en la blogosfera, como se han ocupado de reseñar los medios tradicionales. Seguirlo es una buena forma de acercarse a la blogosfera argentina.

Pero pude disfrutar, desde el avión, de la impresionante vista Pampa nevada y, al salir del aeropuerto, sentir exactamente lo mismo que al día siguiente de una nevada en Granada: un frio silencioso y agradable, la sensación de que todo se detiene y una suerte de energía que te invade de buenas sensaciones. Para los que han visto nevar por primera vez, el disfrute de un espectá¡culo. Para mí, es muy superior la sensación después de la nevada.

Nada más llegar, cenamos con Carlos Carnicero y su mujer. Hablamos de la música -espléndida- de Maye, de su tierra, Cuba y, casi a los postres, enriquecemos nuestras respectivas visiones de la política española tras el Debate del Estado de la Nación y los cambios de ministros. Las últimas encuestas van en la misma dirección que nuestros análisis.Naturalmente, se nos hizo tarde.

Ayer, viernes 13, dos muestras muy diferentes de memoria histórica: la habitual de Aznar y el impresionante testimonio de mi colega argentino en Madrid, Carlos Bettini, a bordo de la fragata Libertad. Siete miembros de la familia de Carlos Bettini fueros secuestradas o desaparecidas en manos de grupos de tareas de la  ESMA.

Como ha escrito una de las plumas más inteligentes del periodismo argentino, ese es, también, el camino de la reconciliación necesaria.

La noticia del dí­a, con gran eco internacional, la anulación de indultos de Menem a los principales represores de la dictadura, acusados de crímenes de lesa humanidad.

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