La entrevista en Perfil

| Rafael Estrella

perfil.gifMe han pedido que escriba un comentario sobre  la larga entrevista (cuatro páginas) que hice con Perfil y que apareció publicada el domingo pasado. Me la plantearon en noviembre, pero no consideré apropiado hacerla entonces, cuando el nuevo Gobierno argentino iba a tomar posesión. Por eso, acordamos aplazarla hasta enero.

Fueron dos horas con Jorge Fontevecchia, periodista y propietario de un amplio grupo editorial, tan respetado y admirado por algunos como temido, despreciado, u odiado por otros. Tan polémico (creo que le gusta) que el artículo que le dedicaba la Wikipedia fue borrado. Tan odiado, ya desde el inicio de su carrera, que en 1979, con 21 años fue secuestrado y estuvo desaparecido durante varios días.

 Con frecuencia, las entrevista de Jorge  Fontevecchia son funcionales a su visión de la política y de la visión que tiene sobre su propio papel como periodista: fustigar sin límite al poder -sea éste el que sea- y, al mismo tiempo, mostrar suma benevolencia hacia quienes están en la oposición, con independencia de su solvencia política. Lo hemos discutido y sabe no comparto esta visión del periodismo -y de la política-, que me parece esquemática y poco objetiva.

interroga.jpgEs un formato de entrevista  que supone un reto intelectual, especialmente cuando, como es mi caso, el entrevistado tiene vedado traspasar ciertas fronteras, mientras que el entrevistador no tiene límites y él marca el temario y el contenido. Ello exige, por tanto, suma concentración por parte del entrevistado. Eso sí, el clima respetuoso, cordial y fluído de la entrevista hace posible que uno no se sienta incómodo ante lo que a veces parece un interrogatorio…sin policía malo. La incomodidad llega, para mí, cuando el fotógrafo te pide que poses.

Quienes lean la entrevista se sorprenderán conmigo por el escaso interés del entrevistador por la política española y por el hecho de que dedique casi la mitad de la entrevista a preguntar, desde todos los ángulos e intensidades, casi de manera obsesiva, por YPF (a la que yo, naturalmente, no represento).  Obvio es decir que ni pedí cuestionario previo ni eludí ninguna pregunta. Simplemente, me acomodé al cuestionario de Fontevecchia, aunque me hubiera parecido más interesante tratar otras cuestiones sobre la política española o la relación bilateral hispano-argentina, que el entrevistador prefirió no abordar.

Mi total comprensión hacia mi colega colombiano, Jaime Bermúdez, quien decidió no autorizar la publicación de su entrevista en Perfil. Lo delicado de los temas que afectan a Colombia le llevaron a pedir revisar el texto que se iba a publicar, algo en lo que no hubo acuerdo. Una pena que no se entendieran, Jaime es un gran experto en comunicación y tiene una sólida experiencia política.   

En mi caso, más allá de la lógica labor de edición, prácticamente nada tengo que objetar a la fidelidad con que se reproduce la entrevista (la elección de los titulares queda siempre a criterio del periodista). En la labor de edición se ha perdido una respuesta mía que considero de interés:, al preguntarme por la venta de parte de YPF a un grupo «amigo del Gobierno», pregunte a mi vez con ironía si habría que haber acordado la venta a un grupo hostil al Gobierno -algo difícil de encontrar-, y añadí algo del siguiente tenor: «estuve en el almuerzo de la UIA (Unión Industrial Argentina) y todas las voces que escuché eran complacientes y de alabanza al Gobierno».

En otro párrafo, hay un error, sin duda de trascripción: donde yo hablé de la configuración de YPF como socio estratégico del Gobierno argentino en los grandes objetivos de política energética, en el texto figura socio satélite.

Tags:

17 Responses to La entrevista en Perfil

  1. Wikipedia » La entrevista con Jorge Fontevecchia en Perfil says:

    […] Rafael Estrella wrote an interesting post today on La entrevista con Jorge Fontevecchia en PerfilHere’s a quick excerpt Me han pedido que escriba un comentario sobre  la larga entrevista (cuatro páginas) que hice con Perfil y que apareció publicada el domingo pasado. Me la plantearon en noviembre, pero no consideré apropiado hacerla entonces, cuando el nuevo Gobierno argentino iba a tomar posesión. Por eso, acordamos aplazarla hasta enero. Fueron dos horas con Jorge Fontevecchia, periodista y propietario de un amplio grupo editorial, tan respetado y admirado por algunos como temido, despreciado, u odiado por ot […]

  2. Ana says:

    Muchas gracias por su comentario. Coincido con usted en que todo el tema de la entrevista giraba alrededor de la venta de YPF y poco o nada se hablo de otros temas. Por ejemplo me hubiera gustado que se mencionara el tema de la nacionalidad para los nietos o el serio problema que afronta el hospital español.

    Si Perfil no tiene un corresponsal en España dudo mucho que puedan hablar de cosas que ocurren alla, no creo que tengan la suficiente informacion aunque surgio el tema del incidente entre el rey y Chavez. Para eso creo que es mejor hablar con los diarios La Nacion y Clarin. Lo cual me gustaria mucho poder leer alguna otra entrevista en el futuro

    En cuanto a la venta de YPF y de otras empresas, en vez de buscar a amigos o enemigos deberiamos buscar a el que sea mas capacitado y honesto. Pero las privatizaciones de nuestras empresas se hicieron mal en la decada del 90 porque lamentablemente nuestros politicos piensan en ellos y en su beneficio y no piensan en el pais.

    En cuanto a la UIA, yo no me fio. En los 90 les parecia bien lo que hacian Menem y el ministro de economia de esa epoca que era Cavallo que fue pesimo en muchos aspectos.

  3. Sebastián Lorenzo says:

    Un despropósito.

    Perfil accedió a la posibilidad de entrevistar a al Embajador de España en Argentina. La entrevista se realizó a pocos meses de las elecciones que definirán el nombre, entre otras cosas, del futuro Presidente de ese país. Teniendo en cuenta además que, potencialmente, Argentina aporta mas votantes que al menos 9 de las 50ypico de provincias españolas (aprox. 250mil ciudadanos españoles mayores de edad residen en Argentina). ¿No debería haber consultado sobre ese tema también el periodista?. Es sorprendente. ¿Tan poco le interesó al reportero ese «pequeño detalle» que está a punto de suceder el 9 de marzo próximo?.

    Buenos Aires reboza de carteles de Zapatero y de Rajoy. Ambos candidatos con sus sonrisas exultantes pidiendo el voto!!!!. Hasta quienes no entienden ni «J» de política, saben que hay elecciones en España en unos días. La agenda de la gente común va para un lado y la de algunos periodistas parecería que va para el otro… una pena.

    No me molesta para nada la indagatoria sobre YPF, creo que es una pregunta válida e importante. Es un tema que un Embajador de España tiene que saber explicar. Eso no tiene discusión, es un tema que merece parte de la nota. Pero 4 páginas solo para eso… es un despropósito, repito.

    Aprovecho para felicitar a Estrella por la TEMPLANZA que demostró al contestar 50 veces la misma cuestión sin mandar a freír churros al pesado del periodista. Ahora entiendo otro de los mil motivos por los cuales yo no podría jamás ser un diplomático…;-)

  4. Alejandro says:

    En general estoy de acuerdo con lo que dice Estrella, aunque hay un par de puntos de los cuales disiento. Uno es la reivindicación de su colega colombiano que «no autorizó» la publicación de la entrevista que se le había hecho. Según publicó Fontevecchia, fue él mismo quien decidió no publicar la entrevista ante el pedido del embajador colombiano de revisarla antes. (La credibilidad de Fontevecchia está un poco mellada, evidentemente, pero él es una de las dos fuentes directas que hay para saber cómo fue la historia; la otra es el propio Bermúdez.)

    Segundo, no hay por qué justificar el pedido que hizo Bermúdez de que le dejaran revisar el texto antes de su publicación. Eso tiene que saberlo muy bien cualquier funcionario de rango tan elevado y mucho más alguien que se dice experto en comunicación. Cuando alguien, sea el presidente de la nación o un taxista que va a opinar sobre el aumento del combustible, concede una entrevista, LA CONCEDIÓ. Esto significa que no tiene derecho a elegir lo que se le va a preguntar ni a revisar la nota antes de que ésta sea publicada. Significa también que se expone a dialogar con un entrevistador a quien le falte pericia o incluso que actúe de mala fe.

    El derecho que sí le asiste al reporteado es el de no contestar las preguntas que no quiera responder. Alcanza con decir «no quiero hablar de eso» o alguna otra fórmula semejante. Entiendo que lingüísticamente es una situación incluso violenta, pero en eso consiste una entrevista. Si es tan terrible, es mejor no conceder entrevistas y se terminó. Después de todo, el de no acceder a ser entrevistado también es un derecho, y nuestros funcionarios de más alto rango lo ejercen cotidianamente. Cuando, a pesar de todo, optan por acceder, tendrán sus buenos motivos. Nadie es ingenuo en esto.

  5. Jaime Bermudez says:

    El embajador de España, Rafael estrella, hace una alusión generosa a mi nombre y al hecho de «no autorizar» la publicación de la entrevista que me hiciera el director de Perfil en mi calidad de Embajador de Colombia. En virtud de que hay además algunos comentarios sobre el particular, transcribo la carta que envié a ese diario, luego de la publicación de la nota de Jorge Fontevecchia, en la que hacía alusión a la entrevista.

    La nota del director del diario apareció en una página entera, el domingo 27 de enero. Mi carta fue publicada el domingo siguiente en la sección de cartas de los lectores.

    «Señor director

    Leí la nota publicada en Perfil el domingo 27 de enero, titulada “Embajador poco diplomático”. Como quiera que un mismo hecho permite más de una interpretación, considero conducente hacer algunos comentarios:

    1. Si bien la entrevista fue grabada, el diálogo que sostuvimos al final y que usted transcribe no lo fue. Sin embargo usted lo cita textualmente. Allí usted pone en boca mía la siguiente frase: “Me gustaría ver el texto antes de que se publique”.

    Yo tampoco grabé esa conversación. Pero recuerdo muy bien que nunca pronuncié esa frase. Lo que dije fue que me parecía oportuno explorar una fórmula en la que, en caso de que fuera editada la entrevista, yo conociera cuáles preguntas se incluirían y cuáles no. Usted lo interpretó como una solicitud de mi parte de conocer el texto y me preguntó si esa era mi pretensión. Recuerdo con claridad que le respondí expresa y contundentemente que no. Infortunadamente para ambos, usted no transcribe esa parte, lo que empaña el sentido real de ese tramo de nuestro diálogo.

    De manera franca, le expresé mi preocupación de que al ser editada la entrevista, hubiera lugar a preguntas y repuestas que, fuera de contexto, pudieran tener implicaciones diplomáticas. El sentido de mi afirmación consiste en conocer cuáles de mis palabras serían suprimidas por ustedes, no por mi. Toda edición, aún la de mayor buena fe, aplica a lo dicho un sentido que no necesariamente refleja con precisión la voluntad del entrevistado.

    2. Sobre un hecho que usted interpreta, luego construye un argumento equívoco. Me reprocha ser poco diplomático. En un aparte de la nota usted afirma: “Mi sensación era que no respondía el embajador de Colombia sino el embajador de Uribe. Su preocupación no era que el pueblo argentino comprendiese al pueblo colombiano, sino que Uribe quedase bien”. Mi interpretación es distinta. A las preguntas, varias, en las que se hacía alusión a temas diferentes a mi función como embajador en Argentina, respondí que no me correspondía hacerlo, en tal condición. En ese sentido, tiene razón cuando afirma que no dije “nada novedoso”. De esa manera hice a un lado mis opiniones personales y políticas, para procurar atenderlas como embajador de Colombia.

    3. Usted tiene el legítimo derecho de solicitarme una entrevista. Por mi parte, quizás debí interrumpirla de manera cortés, al darme cuenta de que se trataba de un cuestionario más apto para un analista y experto en Colombia que para un embajador. De esa manera, tal vez, hubiéramos evitado esta infortunada situación.

    4. Como usted alude al “costado manipulador” de mi supuesta actitud, considero necesario hacer una precisión adicional: En mi condición de embajador, he dado más de 30 entrevistas a medios argentinos. Quisiera que ellos atestiguaran si existe la más mínima sospecha en torno a la calificación que usted manifiesta frente a mi conducta.

    5. Hay varias reflexiones que surgen de todo este episodio y que lo sobrepasan, pero quizás sirven de motivación para profundizar en un debate interesante:

    ¿Tiene el periodista el derecho a editar el texto de una entrevista, pero no tiene el derecho el entrevistado a conocer qué parte va a ser editada?¿Es este un privilegio del entrevistador que no se corresponde con una condición similar del entrevistado?¿Tiene la potestad discrecional el editor de seleccionar los apartes de una entrevista, pero no tiene ningún derecho a ser consultado el entrevistado?

    Admiro el noble oficio de entrevistador. Profeso por el periodismo un respeto profundo. Pero igualmente profeso un respeto profundo por mi oficio como embajador.

    Estoy seguro, como reflexión final, de que lo que debiera acercarnos es la mutua obligación, que en el caso del periodista es vocación, de mantener informada a la opinión pública. En eso coincidimos usted y yo profundamente.

    Cordialmente,

    Jaime Bermúdez

    Embajador de Colombia»

  6. Blogs 3.0 « el fantasma says:

    […] papel) por el comentario posteril, esa impronta de tablón tribunero que impuso este medio. Hoy, embajadores (qué lindo el template) y directores periodísticos “dialogan” en ese éter novedoso que va […]

  7. Guillermo García Suárez says:

    Para aquellos que seguimos esta historia, les dejo esto, si es que ya no lo tienen…

    Saludos

    Guillermo

    Debate tras una entrevista con el diplomático español

    Fundador del Diario Perfil responde a embajador

    Rafael Estrella, representante del gobierno de Zapatero en el país, utilizó su blog para comentar la entrevista que concedió a Perfil. Jorge Fontevecchia, autor del reportaje, «contracomenta» las observaciones.

    Por Jorge Fontevecchia | 06.02.2008 | 19:40 El embajador de España es famoso en su país por ser filodigital: primer político que abrió su blog y promotor de leyes (en sus 27 años como diputado y senador) que obligaron a funcionarios y organismos a publicar en Internet patrimonios o balances.

    Coherente con su interés usó su blog para comentar la entrevista que le realicé hace dos domingos. Lo dicho por el embajador está en http://estrella.lamatriz.org/la-entrevista-con-jorge-fontevecchia-en-perfil. Aquí van mis contracomentarios:

    1) No sabía que hubiera existido ni que se hubiera borrado ningún artículo en Wikipedia sobre mí, gracias por informármelo.

    2) Sí, noté su tensión durante el reportaje, no tenía la misma mirada relajada de las otras veces que nos habíamos visto.

    3) Disculpe, pero para los lectores argentinos era importante que dedicara, como usted dice, “casi la mitad de la entrevista a preguntar, desde todos los ángulos e intensidades, casi de manera obsesiva, por YPF”.

    4) Aprovecho a aclararle que no fue el embajador de Colombia, Jaime Bermúdez quien “decidió no autorizar la publicación de su entrevista en Perfil” sino como dice en el mismo link que usted refiere: fue el diario Perfil el que decidió no publicarlo “como gesto de desaprobación por su actitud”. Fue ideal que en la misma edición se publicara su entrevista y la negativa a publicar la de su colega colombiano para demostrar por contraste su propia disposición versus la tosca actitud del comunicador de Uribe.

    5) Lamento haberlo hecho sentir como si estuviera en un “interrogatorio policial”, yo disfruté de la conversación y valoré su predisposición a responder sin digresiones.

    http://www.perfil.com:80/contenidos/2008/02/06/noticia_0054.html

    La entrevista completa al embajador de España, en Diario Perfil.

  8. Jorge says:

    Me parece que etan muy sencibles con el periodista, que gracias a El y otros pocos podemos tener alguna informacion extra o la ¨otra¨verdad de la que nos quieren vender.

    Por supuesto que esta en la interpretacion del lector interpretar todo, porque siempre hay algo atras, un poco de paranoia no viene mal.

    Creo que fue incisivo con el gobierno de los 90 y tiene que seguir asi con este y el proximo y el proximo.

    Saludos.

  9. Lucas says:

    Sr. Rafael Estrella,

    Con el profundo respeto que le tengo al Sr. Fontevecchia por ser asiduo lector del diario Perfil considero que él «contracomentario» que realizo en la página de Perfil.com debe ser publicado aquí así se quienes lean su comentario también puedan leer la replica del Sr. Fontevecchia.

    Por otra parte, considero que debería aclarar su comentario sobre el secuestro del periodista en el que dice «Tan odiado, ya desde el inicio de su carrera, que en 1979, con 21 años fue secuestrado y estuvo desaparecido durante varios días.»; considero desapropiado su comentario ya que pareciera que un secuestro se justifica si la persona se hace odiar por un gobierno militar, espero que no haya sido esa su intención (recuerde que fontevecchia no perteneció a ningún grupo revolucionario armado).

    Paso a transcribir lo publicado en perfil.com:

    «El embajador de España es famoso en su país por ser filodigital: primer político que abrió su blog y promotor de leyes (en sus 27 años como diputado y senador) que obligaron a funcionarios y organismos a publicar en Internet patrimonios o balances.

    Coherente con su interés usó su blog para comentar la entrevista que le realicé hace dos domingos. Lo dicho por el embajador está en http://estrella.lamatriz.org/la-entrevista-con-jorge-fontevecchia-en-perfil. Aquí van mis contracomentarios:

    1) No sabía que hubiera existido ni que se hubiera borrado ningún artículo en Wikipedia sobre mí, gracias por informármelo.

    2) Sí, noté su tensión durante el reportaje, no tenía la misma mirada relajada de las otras veces que nos habíamos visto.

    3) Disculpe, pero para los lectores argentinos era importante que dedicara, como usted dice, “casi la mitad de la entrevista a preguntar, desde todos los ángulos e intensidades, casi de manera obsesiva, por YPF”.

    4) Aprovecho a aclararle que no fue el embajador de Colombia, Jaime Bermúdez quien “decidió no autorizar la publicación de su entrevista en Perfil” sino como dice en el mismo link que usted refiere: fue el diario Perfil el que decidió no publicarlo “como gesto de desaprobación por su actitud”. Fue ideal que en la misma edición se publicara su entrevista y la negativa a publicar la de su colega colombiano para demostrar por contraste su propia disposición versus la tosca actitud del comunicador de Uribe.

    5) Lamento haberlo hecho sentir como si estuviera en un “interrogatorio policial”, yo disfruté de la conversación y valoré su predisposición a responder sin digresiones. »

    (http://www.perfil.com/contenidos/2008/02/06/noticia_0054.html)

    Atte.

    Lucas C

  10. Mario Gabriel Madrid says:

    Apenas leí la entrevista, la semana pasada, dejé mi comentario en este blog. Ahí digo que Fontevecchia desaprovechó su tiempo. Luego mandé una carta de lector a Perfil, dirigida a Mr. Yooll, que no publicaron y ayer un comentario a la web de Perfil que tampoco salió. Libertad de opinión y respeto humano, sin duda, flaquean.

    Decía esto: YPF no es central. Lo que el editor intenta ver como oscuro es, a la luz de los lectores, un negocio de aceitada estrategia que mira al futuro. Punto. Ahora, permintanme insitir con mi teoría: el concepto de interdependencia es central en la relación de ambos países, por ser España el más fuerte inversor extranjero acá. Ese concepto se lo define Estrella a Fontevecchia en la nota y lo dejó escapar. La pregunta de cajón era: ¿Quién dimensiona los límites y el cauce de esa interdependencia? ¿Los empresarios? Obvio que no. ¿El sistema político? No quiere complicarse. ¿El propio Gobierno? Debería serlo pero hay que motivarlo. ¿El status diplomático? Se ocupa sólo si hay tensiones. Entonces, ¿Quién lo hace?. Es probable que finalmente, nosotros, los ciudadanos de a pie, demandemos un ápice de ella de acuerdo a nuestras necesidades. Algunos la ley de la ciudadanía (no es mi caso), otros una beca para estudiar (lo mio), entre otras, y ahí se verá si la relación de interdependencia funciona.

    Fontevecchia tenía que representarnos a nosotros en ese momento.

    Saludos cordiales

    Mario Gabriel Madrid

    Posdata: Ya que estamos ¿Podría, Sr. Estrella, ayudarme a gestionar la beca que necesito?

  11. Alejandro says:

    Don Jaime Bermúdez:

    Recién hoy leí su post en este blog. Como soy periodista, me atrevo a contestar las preguntas que usted formula al final. Presumo que muchos colegas estarán de acuerdo conmigo, pero vale la pena aclarar que hablo a título personal y no pretendo representar a mi gremio.

    -«¿Tiene el periodista el derecho a editar el texto de una entrevista, pero no tiene el derecho el entrevistado a conocer qué parte va a ser editada?» Exacto. El periodista tiene no solamente el derecho de editar el texto de la entrevista, sino que la edición es una de las etapas de la escritura de la misma. Ninguna entrevista es una transcripción de un diálogo. Lo que hace que una entrevista sea una entrevista y no una desgrabación es, entre otros saberes que el periodista debe poner en juego, la edición. De hecho, una de las habilidades más importantes que debe tener un buen entrevistador es la de editar sin tergiversar. Y no, el entrevistado no tiene el «derecho» de conocer qué parte va a ser editada, porque para eso necesitaría leer el texto antes de su publicación y, como ya expliqué en mi post del 5 de febrero, un periodista profesional no puede someter su trabajo a la evaluación del entrevistado.

    -«¿Es este [el de editar] un privilegio del entrevistador que no se corresponde con una condición similar del entrevistado?» Si usted quiere ponerlo en esos términos, digamos que sí. Pero me parece que lo que le está estorbando en su argumentación es pensar la cuestión en términos de «derechos», «privilegios» y «potestades». En una entrevista no se hace justicia ni se dirimen cuestiones de equidad. Por ese motivo, no aporta nada a la discusión el preguntarse si un derecho de una de las partes tiene su contrapartida en un derecho de la otra. El único derecho que importa aquí es el que usted tiene a no ser entrevistado o, si lo es, a no responder a todas las preguntas.

    -«¿Tiene la potestad discrecional el editor de seleccionar los apartes de una entrevista, pero no tiene ningún derecho a ser consultado el entrevistado?» Sí, así es. Por los motivos que expliqué en mis dos respuestas anteriores.

    Por otra parte, de los datos que usted aporta surge que Fontevecchia hizo mal en reproducir «de memoria» un tramo de la conversación que no había sido grabado (y que por lo tanto, presumiblemente, no formaba parte de la entrevista) y que además, al hacerlo, cometió inexactitudes. A eso me refería en mi anterior post cuando mencionaba que uno de los riesgos de conceder una entrevista es encontrarse con un entrevistador a quien le falte habilidad o que incluso pueda actuar de mala fe; y que por lo tanto es importante medir el riesgo antes de abrirle las puertas en vez de lamentarse después. No estoy planteando, ni mucho menos, que los periodistas tengan siempre toda la razón.

    Hay maneras profesionales y maneras no profesionales tanto de entrevistar como de hacer cualquier labor periodística. Pero también hay maneras profesionales y no profesionales de que las personas ajenas a esta profesión -y muy especialmente si son funcionarios- se vinculen con los medios. Y pretender supervisar el trabajo del periodista que lo ha entrevistado a uno, en la manera y por los motivos que sean, no sólo no es profesional. Es hasta poco respetuoso.

    Si hay algo en lo que estoy de acuerdo con Fontevecchia es en que no creo que a usted le hayan enseñado esto en Oxford. No me lo imagino haciéndole el mismo planteo a un periodista de The Wall Street Journal. Usted me dirá que jamás se hubiera visto en la necesidad de hacerle este pedido a un periodista de The Wall Street Journal, porque todos los periodistas que trabajan allí son superiores a los de nuestro vapuleado tercer mundo. Y ahí es donde la discusión deja de interesarme.

    Una última aclaración: me parece que en este blog se está confundiendo «editar» con «cortar» un texto para que entre en el espacio que le está destinado. Cortar el texto «crudo» es una parte importante de la edición, y requiere no poco oficio (una hora de conversación se desgraba en 12 a 18 páginas de Word, según la velocidad a la que se hable, así que es evidente que TODAS las entrevistas deben ser «cortadas»); pero no es la única ni mucho menos.

    En el caso de la entrevista, algo con lo que hay que ser muy cuidadoso es en trabajar con los rasgos de oralidad. Una conversación es siempre una especie de balbuceo, llena de repeticiones, predicados que no tienen sujeto, actos fallidos, frases mal construidas, apellidos que se citan sin los nombres de pila y muletillas. El periodista debe «limpiar» todo eso, pero sin embargo dejar algunos rasgos de oralidad «inofensivos» (como cuando se empieza contestando «bueno,…» o se termina una frase con un «¿no?», a fin de que el lector «sienta» que está «presenciando» el diálogo.

    Otra tarea de edición bastante agotadora es «juntar» y articular de manera clara en un mismo párrafo frases que se dijeron en diferentes momentos de la charla, pero sobre el mismo tema, para darle más claridad a la argumentación y que el lector no se disperse. Otra es «reescribir» las preguntas que el propio periodista hizo, para que queden más cortas en la escritura que cuando se las formuló durante el diálogo, donde seguramente, al tratar de ser claro, se expresó con más detalles. Y finalmente, la edición propiamente dicha consiste en titular, poner la volanta, el copete o la bajada, los subtítulos y los epígrafes; incluso a veces elegir las fotos. Esta parte de la edición generalmente no la hace el entrevistador, sino la persona que lo supervisa dentro de la redacción.

    Todo esto que acabo de explicar es un motivo más para que sea descolgada la pretensión del entrevistado de revisar la nota antes de su publicación. Primero, porque el entrevistado no conoce estos procedimientos, y no está obligado a conocerlos porque su profesión es otra. Y segundo, porque es a este editor-jefe a quien el periodista debe someter su trabajo, y no a su entrevistado.