No es Ronda ni las Ventas, ni Parla. Es Otura, 5.900 habitantes, a un tiro de piedra de donde Boabdil lloró la pérdida de Granada. Ayer, mi pueblo entró en los anales de la tauramaquia gracias a una plaza de quita y pon, sólida y de buena factura.
Sin el glamour empalagoso de los primos Rivera en la Goyesca, aquí estaban Canales Rivera y dos de la provincia, Chicote y Guejareño. Tres orejas cada uno, pero eso es lo de menos. Hubo algo espectáculo y mucha diversión.
El reglamento se aplicó, también aquí, con rigor… y con imaginación. Los niños no pueden estar en el tendido. Y así fue hasta para el hijo de Chicote y de Marina Heredia.
Anoche, como cada año, conmemoramos entre Víznar y Alfacar el asesinato de Federico García Lorca. Pero ayer era un día especial. Se cumplían 70 años y, con Lorca, se recordó a todas las víctimas de la Guerra Civil y, de manera especial, a todos los que yacen en el olvido de las fosas comunes.
Mucha gente. Mucho frío en la noche y mucho calor en el ambiente con Ian Gibson,Lluis Pasqual, Miguel Hermoso, Marcos Ana (¡qué bello homenaje organizaron en el penal de Burgos!), Carmen Calvo, Alfonso Guerra y las canciones de Amancio Prada con palabras de Lorca.
Gibson invocó la generososidad que mostraron durante la transición los derrotados de la Guerra Civil. Ahora, la recuperación de la memoria histórica no abre, sino que cierra las heridas que aún no han cicatrizado. Nos hace iguales a todos los españoles y nos permite mirar al futuro sin ira ni rencor, como anoche en Alfacar.