Ese fue el título de la conferencia con que agradecí el Doctorado Honoris Causa con que me honró la semana pasada la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires.
Entrevista en Perfil.comcon Sivana Orfali: «Con la Web 2.0 el monopolio de la información no es de los políticos ni de los medios». Tras lo ocurrido estos días con Wikileaks, no puedo sino reafirmarme en esa descripción de la realidad actual
Son la Pequeña Wendy, Delfín Hasta el Fin y la Tigresa, interpretando «En tus tierras baliaré» («Israel, Israel, qué bonito es Israel»).
No lo conocía hasta hace unos días. Al principio, me pareció algo friki, hortera (español) o mersa (argentino), aunque original y divertido. Expertos de la revista Tablet Magazine, especializada en temas judíos concluyen que estaríamos ante una hábil producción de sionismo viral (los autores de música, letra y vídeo son judíos argentinos que viven en Madrid, Buenos Aires y Nueva York). Si es así, chapeau.
Aunque ello no le quite mérito. la idea no es tan original. La tecnica del vídeo recuerda en muchas cosas una producción (más bien una ejecución) anterior de Delfín Hasta el Fin, «TorresGemelas», con el 11S como excusa.
Se me ocurre pensar que el Ministro ha querido estar a tono con otro mensaje muy de actualidad en estos días: «Francia no es el vertedero de los gitanos de Europa».
Y ha añadido (ante una audiencia de enfervorizados agricultores) «El agricultor no es una moneda de cambio. No iremos más allá en las negociaciones con la OMC (Organización Mundial de Comercio). No iremos más allá en las negociaciones con el Mercosur».
Es una manera de poner palos en las ruedas justo cuando la Unión Europea y Mercosur han retomado -tras el acuerdo alcanzado en Madrid- las negociaciones para un Acuerdo de Asociación.
Muchos latinoamericanos -también muchos europeos- no cónocen el funcionamiento interno de la UE; por eso, creo necesarias algunas aclaraciones.
Digamoslo claramente: las palabras del Ministro son sólo una bravuconada, una provocación a la que no hay responder. La verdad es que lo que diga hoy sobre Mercosur el Ministro de Francia o de cualquier otro país europeo carece de valor. La Comisión tiene un mandato para negociar hasta el final, que no está sometido a restricciones por parte de los Gobiernos. El resutado de la negociación tendrá que ser presentado al Colegio de Comisarios. Finalmente, tendría que ser aprobado por el Consejo Europeo (los Estados), por mayoría cualificada -sin derecho de veto- y por la mayoría del Parlamento Europeo.
Por tanto, esas declaraciones son «pour la galerie» o, como se dice en Argentina, «para la gilada».
Balance de la Presidencia española de la UE; el Bicentenario; la crisis en la UE; la reapertura de las negociaciones UE-MERCOSUR y la próxima Cumbre Iberoamericana en esta entrevista en Diario Crítico.
No veo razones para sentirse ofendido por esta afirmación. Si la tomamos en su literalidad, con la referencia de los 200 años, lo que dice el influyente y respetado asesor internacional de Lula es, en todo caso, una solemne obviedad (o una obviedad solemnizada).
La cuestión de fondo que sugiere en esa afirmación es una buena justificación para reflexionar sobre la naturaleza, el valor y el alcance de la relación presente entre España e Iberoamérica, una comunidad a la que el idioma común convierte en una gran potencia cultural, dotándola de un valioso instrumento de poder blando que los iberoamericanos no hemos desarrollado en todo su potencial.
Hace 200 años, con el inicio de los procesos de independencia, el Imperio español en América comenzó a dar paso a un nuevo ciclo histórico; con la Constitución de Cádiz de 1812, también llegaría en España un cambio de ciclo hacia la modernidad.
Todo eso es lo que ahora conmemoramos: celebramos que, en el siglo XXI, ya no hay imperios en América; una América que tiene con España un vínculo intenso y profundo que tiene sus raíces en el pasado común y se asienta sólidamente en el presente compartido. A pocos días del 25 de mayo, la Argentina es tal vez, por razones muy diversas, el país donde los afectos y espacios compartidos son más vivos e intensos.